Resonará en los Oficios el eco de la antífona -"mirad el árbol de la Cruz, donde estuvo clavada la Salvación del mundo"- ; y tú Señora de la Soledad, acudirás desde Santiago a adorarla, Cruz desnuda a tus espaldas y cruz colgante en la cintura de tus penitentes castaños. Se han llevado a tu Hijo, y con Él todo tu tesoro. Por eso te quedas tan franciscana, tan austera. En la piel delicada de tu morir breve sólo dos joyas: dos lágrimas cristalinas, agua pura de la única Hija Inmaculada de la Creación.
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Impresionante, de categoría el regalito que nos has hecho a todos los que nos sentimos soleanos y templarios por la Gracia de María Santísima.
ResponderEliminarEl Pregonero estuvo breve pero de dulce en su aportación Soleana.
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